12.03.2018
Sam Altman: Amar es mejor que gustar
Por Claramunt Julián, LeticiaComo cualquier persona en Silicon Valley, Sam Altman quiere cambiar el mundo. Sin embargo, y a diferencia del resto, él tiene un plan para llevarlo a efecto. El joven inversor tiene claro hacia dónde hay que enfocarse: la cura del cáncer, el futuro de los ordenadores, la educación, y la inteligencia artificial.
Pero, ¿es Altman un realista o un soñador? Para muchos es, en realidad, sólo un hombre de 32 años con Síndrome de Asperger. Y es que, cualquiera que haya tenido ocasión de entrevistarle, recibe las siguientes respuestas: no tengo paciencia para la mayoría de las cosas, no estoy interesado en las fiestas, ni en el 90% de la gente, me gusta la tecnología y los pantalones de cargo.
Curiosamente, es precisamente su idiosincrasia lo que le hace idóneo para los negocios. Sus compañeros, otros grandes businessmen como Paul Graham o Marc Andreessen, hablan de él como el chico que se sienta en una esquina a escuchar al resto, y antes de que los demás terminen su discurso él ya sabe qué es lo que falla y cómo mejorarlo.
¿Cómo pretende alcanzar Altman su objetivo? ¿Qué camino ha recorrido hasta el momento?
1. LOOPT APP: el primer paso para triunfar es fracasar
Con 19 años, Sam Altman abandonó la prestigiosa Universidad de Stanford para desarrollar a tiempo completo Loopt, una aplicación para telefonía móvil que indicaba a tus amigos dónde estabas. En su optimismo, el programador pensaba que la localización tendría gran incidencia social, y así se lo transmitió a diferentes inversores y Venture Capitals. Su visión logró abrirle la puerta de Y Combinator (YC) -uno de los fondos de financiación de startups más conocidos en Silicon Valley-, y su negocio se valoró en 175 millones de dólares.
No obstante, ni la localización resultó ser tan trascendente en 2010, ni la compañía tan próspera como apuntaba, lo que provocó la venta a pérdida de Loopt por 43 millones de dólares. Pero lo que sabe a fracaso, a veces no lo es: Altman fue nombrado en 2014 el presidente de Y Combinator.
Y es que lo que el joven desarrollador aprendió de dicha experiencia es que no puedes obligar a las personas a hacer algo que no quieren hacer. Si bien, para el resto de nosotros, parece una premisa lógica, en el mundo de los negocios no lo es tanto. Muchos prefieren crear necesidades no existentes, a través de una fuerte apuesta en marketing, algo que dista mucho de la política personal de Altman.
2.Criterios de inversión
¿Cómo paso Altman de fracasar a ser presidente de Y Combinator? Él lo explica a través de sus cuatro premisas de inversión principales.
Haz algo que la gente necesite
Para Sam Altman, lo ideal es que exista una simbiosis entre el producto ofertado y el potencial consumidor. El objeto del negocio debe suplir una necesidad previa, y el cliente debe hallar en éste la solución a su necesidad, si bien no necesariamente en régimen de monopolio, sí con preferencia a sus competidores.
Aunque lo cierto es que el inversor tiene predilección por las necesidades que aún no tienen competencia en el mercado. Así se inició, sin ir más lejos, en Airbnb, Reddit, y Dropbox.
Amar > gustar
El presidente de YC lo tiene claro: es preferible que te amen 10 personas, a que gustes a 100. Si le das al consumidor algo que adore, es cuestión de tiempo que el sentimiento se extienda. Pero si sólo consigues gustarle, dejarás de gustarle tan pronto como aparezca la siguiente novedad en el mercado. En definitiva, el objetivo es que no seas sustituible -o al menos, no a corto plazo-.
Early Stage
Altman no tiene interés en compañías ya asentadas. A su juicio, no otorgan las mismas oportunidades, ni de beneficio, ni de aprendizaje, ni de entrada de capital. Y es que, en un negocio consolidado, no puedes conseguir las dos premisas anteriores. Si a la gente sólo le gustas, va a ser complicado que pasen a amarte, y si no eres imprescindible para la gente, va a ser difícil conseguir que te necesiten.
Además, el inversor tiene cierta debilidad por empresas que, en fase temprana, presentan cierto “desorden estructural”. Al fin y al cabo, Altman es una persona inquieta, y prefiere participar activamente en los proyectos en los que invierte. Por ejemplo, cuando Airbnb llegó a Y Combinator, su actividad principal era la fabricación de cereales para el desayuno.
Fórmula
En una clase que impartió Altman en Stanford, resumió todas sus premisas en una secuencia que definía las posibilidades de éxito de las startups: Idea x Producto x Equipo x Suerte. Muy a pesar de los que apuestan por cifras exactas, lo cierto es que la suerte, para este inversor, es un numero aleatorio entre cero y diez mil. De ello se infiere nunca se puede apostar sobre seguro, pero siempre se podrá apostar sobre 3 / 4 variables.
3. El futuro para Sam Altman
El presidente de YC no tiene ninguna intención de limitar su actividad a la inversión de compañías. Altman es consciente de la influencia detrás de una empresa como Y Combinator, y por eso ha fijado su objetivo más allá: quiere incidir en el futuro de la tecnología.
Al fin y al cabo, hay mucho potencial patrimonial detrás de un negocio de inversión. La clave está en fijar el parámetro de apuesta, que para Altman no es otro que el progreso social. No hay beneficio sin investigación, sin avance científico, sin perspectiva comunitaria.
En consecuencia, Altman ha creado, paralelamente a su actividad en YC, YC Research y Open A.I. Se trata de dos entidades sin ánimo de lucro, destinadas esencialmente a la investigación tecnológica en todas sus vertientes y la inteligencia artificial. Altman donó a la primera, en 2015, diez millones de dólares.
¿Conseguirá lo que se propone? Al menos, todos los pasos que da se acercan a su objetivo.
4. Enlaces de interés
– Blog personal de Sam Altman: http://blog.samaltman.com/
– Página web de Y Combinator: http://www.ycombinator.com/
– Página web de Open A.I.: https://openai.com/